martes, 21 de octubre de 2008




El Castor



El castor es un roedor que habita en las regiones frías de América del Norte y Europa. Especialmente se encuentra en ríos que se hallan rodeados de bosques de abedules, álamos, arces rojos, etc.
Si la altura del agua en que habita es de menos de un metro de profundidad, el castor realiza embalses o empalizadas con ramas y troncos. Este animal puede derribar árboles, hacer presas y canales.
Los incisivos del castor, cuatro, de color anaranjado, son fuertes y muy cortantes, y pueden roer y derribar un árbol en una noche. Se alimentan de cortezas y yemas de los árboles. Las patas delanteras le sirven para recoger ramas y para manejar el barro y las ramas con que recubren los espacios entre troncos para realizar una verdadera tarea de construcción. También su cola le sirve de punto de apoyo, cuando está tratando de derribar un árbol, como una especie de paleta. Asimismo, le sirve para golpear la superficie del agua para dar avisos de alarma a sus compañeros.
Es lento y pesado y llega a medir 90 cm de largo y hasta 40 cm de alto. Cuando lo amenazan otros animales, el castor se sumerge en el agua, y se mantiene allí. Así pasa también la etapa invernal, para no dejar sus huellas en la nieve. En la tierra su desplazamiento es lento, pero si nada sumergido alcanza gran velocidad, ayudado por su forma alargada. Pueden permanecer quince minutos sin salir a respirar a la superficie. Están recubiertos por una piel impermeable, formada por dos pelajes, unos largos y otros cortos y suaves, requeridos en peletería.
En muchas ocasiones, los castores trabajan en grupos, construyendo represas o derribando los árboles.
En los estanques y presas construidos por los castores, viven también ranas, peces, aves acuáticas, visones y arces.
Para poder tener sus crías, el castor construye una especie de isla, donde realiza una choza techada con enramadas que él mismo arma. Utiliza piedras, barro, guijarros y ramas para hacer esta vivienda, ventilada, y que se comunica por una especie de túnel hasta el fondo de la presa donde el castor guarda sus provisiones para el invierno.




Alimentación

Un castor alimentándose.
La dieta de los castores es estrictamente
herbívora. Se alimentan de la corteza, ramillas y hojas de los árboles que talan y de las raíces de plantas acuáticas.[20] Aunque pueden ingerir casi cualquier vegetal comestible que encuentren en la orilla de un río o lago, prefieren ciertos alimentos sobre otros. Se ha observado que los castores europeos prefieren la corteza y hojas de árboles como sauces, abedules y avellanos, mientras que los castores americanos se inclinan por árboles como sauces, abedules, álamos, cerezos, arces y alisos, entre otros.[21] A pesar de sus preferencias, la dieta de un castor suele basarse en la disponibilidad de alimentos, por lo que no rechazan un alimento aunque no sea de sus favoritos.
Para subsistir en el invierno reúnen una reserva de comida, la cual mantienen sumergida en el fondo del estanque donde viven, muy cerca de una de las entradas a la madriguera. Acostumbran colocar las ramas más grandes en la parte superior y las más pequeñas en la parte inferior de la pila para impedir que éstas últimas sean arrastradas por la corriente.
[21] Mientras más frío sea el clima en el que vivan, más importante se vuelve la recolección de esta reserva de comida, pues suelen pasar prácticamente todo el invierno dentro de sus madrigueras. Además de servirles como fuente de alimento, esta reserva de madera tiene otra función. Ya que la superficie del estanque se congela durante el invierno, los castores permiten que algunas ramas floten en el agua, impidiendo que ésta se solidifique en esa zona.[22] De esta forma pueden salir al exterior en caso de alguna emergencia por ejemplo, si se agota la reserva de comida.

Reproducción


Los castores son capaces de aparearse en casi cualquier etapa de su vida, y son monógamos —aunque si su pareja muere, pueden conseguir otra—.[19] Su monogamia se debe principalmente a que, para el correcto cuidado de las crías, es necesario que ambos padres colaboren, ya que uno solo no sería capaz de cuidarlas. Por lo tanto, deben permanecer unidos todo el tiempo para que la reproducción tenga éxito.

Castor adulto con un ejemplar joven.
La época de apareamiento comienza cuando se derrite el
hielo invernal, lo que sucede aproximadamente por febrero.[1] Cada pareja tiene solamente una camada por año. El apareamiento suele realizarse bajo el agua, aunque también puede llevarse a cabo en la orilla del río o estanque donde viva la pareja.[1] Después del periodo de gestación, que dura aproximadamente unos tres meses y medio (100 días),[17] la hembra da a luz de 2 a 4 crías[24] (aunque en casos extremos pueden ser hasta 9),[17] las cuales nacen ya con los ojos abiertos y cubiertas de pelo. Éstas son amamantadas durante las primeras semanas de vida, en las cuales permanecen dentro de la madriguera junto con la madre y las crías de la temporada anterior, que tienen alrededor de un año de edad. Los castores de dos años, si siguen viviendo con la familia, ayudan a la madre a alimentar y proteger a los recién nacidos.[16] El padre mientras tanto sale y permanece en las cercanías, cuidando el territorio.[19] En cuanto dejan de ser amamantadas, la madre empieza a alimentar a sus crías con hojas tiernas.[1] Cuando son muy pequeñas, las crías se comunican constantemente y hacen mucho ruido, y mientras van creciendo se vuelven menos ruidosas, al comenzar a comunicarse con olores o ciertas actitudes específicas.[1] Un tiempo después, por lo general al mes de edad, los jóvenes empiezan a moverse por el exterior de la madriguera, aunque siguen siendo bastante dependientes de sus padres, ya que son ellos quienes les siguen administrando alimento y protección por cerca de un año.[19] Durante este periodo, aprenden algunas valiosas habilidades al copiar el comportamiento de los castores adultos, aunque aún no toman parte en las labores de construcción y otras actividades.[19] Cuando los jóvenes alcanzan la madurez sexual, lo que suele acontecer a partir de los dos años de edad, pueden separarse de la colonia y formar la suya propia.[25] No obstante, si es una época de escasez de alimentos, sequía o hay una alta densidad de población, pueden posponer su partida, ya que estos factores reducen sus posibilidades de establecer exitosamente una colonia.[16] Cuando finalmente deciden separarse, no suelen establecerse en un punto muy lejano a su lugar de nacimiento.

1 comentario:

Hjalmar hernanez dijo...

muy buen trabajo realizado, Dios te bendiga... y espero que sigamos en contacto siempre....
Mil bendiciones